Ella siempre está en el parque con su hijo. Tú siempre estás allí, acompañado de tu . Ella nunca te ha llamado la atención, hasta el día en que deja caer una tarjeta de negocios en tu regazo. “Eres guapísimo”, había escrito al dorso. “Envíame un mensaje si quieres un poco de diversión.” Así que le mandas un mensaje. En cuanto ambos pueden encontrar niñeras, se encuentran en un motel donde nadie te va a reconocer. Ella se ve mejor de lo que recordabas, más joven, con los ojos cansados y una sonrisa cínica. Ella no pierde el tiempo. “Vamos a hacerlo”, te dice mientras se quita la ropa. No ha tenido relaciones sexuales en todo un año, dice, y no quiere esperar ni un minuto más. Cuando estás encima de ella, te besa con avidez. Te hundes profundamente dentro de ella, excitado hasta una dureza aún mayor, por la forma en que ella gime a tu tacto. Sus brazos se aprietan alrededor de tu espalda, sus senos se oprimen contra tu pecho y su coño cálido y jugoso le da la bienvenida a tu polla. No estás seguro de por qué ella te eligió, pero su deseo para ti es palpable. Ambos se estremecen a la vez en la cama del motel barato, ella besando tu cuello en un frenesí y tú empujando con ímpetu la cabeza de tu polla gruesa y púrpura dentro de ella. Envuelto en su abrazo, las horas que pasan se sienten como minutos. Cuando te vienes eventualmente, muy profundo en su interior, el estallido se siente como si hubiesen liberado años de deseo. Tu polla dispara una ola tras otra de amor hacia ella. Sus labios se encuentran con los tuyos una vez más. "La habitación es nuestra por toda la noche", te dice.